Un alarmante 80% del territorio español corre riesgo de convertirse en un desierto, y otro 10% ya lo es. La desertificación no es como muchos creen provocada por causas naturales, la verdadera causa es que el hombre ha explotado el terreno al cultivar y pastar en él en demasía, y emplear prácticas inadecuadas de irrigación y deforestación. Además la urbanización y construcción ha transformado irreversiblemente el suelo fértil. Las infraestructuras de transporte junto con el uso insostenible del agua, han sido las principales causas de este problema.
Aunque no hay remedios instantáneos para detener dicho proceso, son necesarias nuevas políticas urbanísticas, de transporte y agrarias. Es necesaria una Ley del Suelo que garantice su conservación y dificulte su recalificación para suelo urbano. Además en lo referente al agua, se necesita un plan hidrológico que distribuya equitativamente este bien.
Para obtener resultados concretos, además de palabras, hace falta ayuda tangible, se necesitan RECURSOS que destinar a este fin, y que se haga YA.
